jueves, 9 de agosto de 2012

Mi barrio, pequeño pero grande


Mi barrio, pequeño pero grande
 Yo vivía en el barrio Alberdi. No era de esos barrio gigantes, te conocías con todos tus vecinos, por más que te llevaras o no, te enterabas de todo lo que pasaba por el dueño de la granja de la esquina el tenía la posta de todo el barrio.  En esa época la zona se caracterizaba  por no tener ningún edificio, todavía me acuerdo de cuando me mude a los 11 años, el sacrificio de tener que levantarse en vacaciones todos los fines de semana temprano para ir a pintar o limpiar, la ropa te quedaba toda amarilla después del lijado y de esas comidas sentados en los tachos de pintura comiendo los sanguchitos de la esquina. Pero todo valió la pena porque al final nos mudamos, y lo mejor fue poder levantarse mas tarde para ir a la escuela y no llegar sobre la hora o tener a los abuelos cerca para poder zafar de dar tantas vueltas a la salida de la escuela.

 Anécdotas muchas, ruidos como el de los trenes todos los días, la vieja loca que vivía al lado de mi casa con diez mil gatos que cagaban en la entrada de mi casa, los aviones en el verano, la cena de fin de año en la que algún vecino hacía su show, la porquería de perro que tenía el vecino que cuando pasabas por la puerta parecía que te iba a matar, las dormidas o reuniones con amigas que hacían poner como locos a mis papas, las actividades en el club que quedaba a unas diez cuadras de mi casa.
Una vez, con mis compañeras, le fuimos a hacer ring-raje la directora de la secundaria que vivía a dos casas de la mía y se re enojo haciendo un escándalo en la puerta de mi casa o la vez en el club que nos tiramos en patineta por la rampa y se la dimos en la pierna a un hombre grande.

Pero bueno hoy en día el barrio cambio mucho se lleno de edificios y no esta la misma gente que antes, los amigos uno los mantiene y las anécdotas también, por suerte eso no cambio.

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